miércoles, 19 de febrero de 2014


"Adoraba desde pequeño viajar en tren, así es que no sería un esfuerzo.
El único enemigo de nuestros besos era el tiempo, que nos separaba en la distancia de los días.
Inhalarle, que me inhalase. No pedíamos tanto.
Pero el tiempo - al que ya nombré como enemigo de nuestros besos y repito como hincapié de un dolor que ahora me quema - me sentaba frente a él como una madre que espera con la luz encendida a que llegues a casa de madrugada, y me lo negaba; el permiso que yo necesitaba para encontrarme con sus manos."

A J.S.

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