Un par de análisis, cuatro o cinco pruebas retrospectivas y alguna radiografía anímica dieron con la clave de todo lo que somatizaba.
El alma adelgazaba a diario, deprisa; casi no podía percibirlo, y justo cuando lo hacía era demasiado tarde para pararlo. Y así cada tarde.
Anorexia Emocional. Así lo llamé.
J.
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