El primer paso fue pisar la estación, y sin querer, me cruce con ellos,
nuestros fantasmas.
De aquellos días,
el brillo de mis gafas de sol y tu sonrisa de impaciencia, las ganas de comernos el mundo,
y dejarnos en los huesos.
Todo es tan jodido desde que no estás,
como si fuera un decorado de cartón por el que paso pero nada es del todo real,
y se fuera desvaneciendo poco a poco.
Solo me queda aferrarme a las letras de las canciones que compartimos,
con la excusa de coger a tu recuerdo de la mano,
y perderme en los días en los que ninguno estaba tan solo,
ni tan jodido.
Cuando me monté en el bus, el asiento vacío a mi lado me devolvió a la realidad
con una hostia de nostalgia,
que todavía estoy intentando que se me vaya de la garganta.
Y qué,
nada vuelve a ser lo mismo.
Nada,
y yo aquí,
tan sin tí.
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